Una visión dinámica de la hipertensión arterial

José Manuel Burgos
En la última década, el número de muertes atribuibles a la hipertensión arterial (HTA) ha aumentado en un 56,1%. Un tercio de la población adulta mundial tiene hipertensión (valores ≥140/90 mmHg), siendo esta una importante causa de muerte prematura en todo el mundo (Valenzuela et al., 2020).
Concretamente, en España las enfermedades Cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en personas de 50 a 69 años, siendo la enfermedad isquémica del corazón la principal (Soriano et al., 2018). A que no adivinarías qué factores de riesgos están tras ella: en efecto, tener una alta tensión arterial es uno de ellos junto a fumar y un nivel elevado de tejido graso. No obstante, en los últimos años se ha comprobado como el sedentarismo y la inactividad física son factores muy importantes a tener en cuenta de cara a la prevención y tratamiento de esta patología (Pedersen y Saltin, 2015).
Analizando las características de los hábitos de vida de la población Occidental: Nos podemos encontrar que la persona lleve un estilo de vida sedentario e inactivo, una alimentación hipercalórica, donde abundan los alimentos procesados y una ratio sodio-potasio desequilibrada (Valenzuela et al., 2020). Una disrupción circadiana (alteración del ciclo sueño-vigilia) y desde el aspecto del comportamiento psicosocial, puede presentar altos niveles de estrés crónico. (Esler, 2017).

Las recomendaciones prácticas en cuanto al estilo de vida que nos recomiendan las últimas investigaciones para la reducción de la T.A. son:

La realización de ejercicio físico, tanto de resistencia (comúnmente conocido como cardiovascular), de fuerza, o combinado (entrenamiento concurrente) tiene un Nivel de Evidencia 1++ y un Grado de Recomendación A (la más alta evidencia), como tratamiento para reducir nuestros niveles de T.A.
A continuación, os presento la dosis de cada modalidad de ejercicio que nos recomiendan las últimas investigaciones, además de una comparativa con el tratamiento farmacológico:
300 minutos a la semana a una intensidad entre el 65-75% Frecuencia Cardíaca de Reserva.
Ejemplo: Para una persona de 58 años con una F.C. Basal de 65 ppm, el rango de pulsaciones a la que debería practicar la actividad es de 130 y 141 ppm. Difícilmente podremos conseguir este intervalo de pulsaciones dando un “paseíto”, por más que los sanitarios aconsejen su práctica. Así que deberás optar por actividades que requieran un mayor esfuerzo.

La sesión estará compuesta por 6-8 ejercicios. Cada ejercicio se realizará 2-3 series con un rango de repeticiones entre 10 y 12, a una intensidad moderada-alta (ya conocéis mi opinión sobre las pesitas rosas y lo monas que quedan como adorno).

En los últimos años, se ha comprobado como un tipo específico de ejercicio de fuerza, el isométrico, que se había asociado en el pasado con respuestas hipertensivas agudas y potencialmente perjudiciales, debido a una incorrecta realización metodológica, ha demostrado ser una alternativa segura y efectiva de tratamiento para la disminución de los niveles arteriales.

4 agarres con la mano, con una fuerza de 3-4 sobre 10 durante 1-2 minutos, con 1 minuto de descanso entre repetición.
En cuanto al ejercicio de resistencia de moderada o alta intensidad, se ha visto como ambos tienen efectos similares, aunque se está comprobando cómo este último es más eficaz con el objetivo de reducir los mecanismos fisiopatológicos que contribuyen al desarrollo de la hipertensión (p.ej. rigidez arterial).
No obstante, en la Clínica Motion siempre abogaremos por realizar una intervención siguiendo el principio de progresión de las variables de la carga adaptándola a la condición física que presente la persona.
Además, no olvides tal y como hemos comentado en el post del Día Mundial publicado en RRSS, el papel que cumple el ejercicio físico para sincronizar y autorregular el patrón circadiano de la T.A.

Por último, si comparamos el efecto del ejercicio físico y los medicamentos sobre la presión arterial sistólica (PAS), vemos como en personas con hipertensión, la mayoría de intervenciones con ejercicio parece ser tan efectiva como la mayoría de fármacos antihipertensivos para reducir la PAS (Naci, 2019).

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