LINFEDEMA, LA ESPADA DE DAMOCLES

Se ha demostrado cómo la realización de ejercicios de fuerza llevados a cabo a una intensidad moderada y bajo una supervisión profesional ha resultado ser una modalidad de intervención segura, eficaz y potente para evitar la pérdida de masa muscular (sarcopenia), la fuerza (dinapenia), del fitness cardiorrespiratorio, la calidad de vida, y en este caso concreto, el desarrollo y empeoramiento del linfedema del brazo.

El linfedema es una acumulación excesiva de un líquido rico en proteínas que, de otro modo, drenaría a través del sistema linfático y provoca una hinchazón regional. El linfedema relacionado con el Cáncer de Mama es una de las principales preocupaciones de las mujeres, debido tanto a su naturaleza progresiva y desfigurante como a la falta de cura. La prevalencia en estas pacientes relacionado con el cáncer de mama a lo largo del tratamiento es aproximadamente del 20%. Los síntomas que están relacionados son: dolor, pesadez, tirantez, disminución de la amplitud de movimiento, afectación de la motricidad gruesa y fina, deterioro de la función diaria y disminución de la calidad de vida.
Imagen detalle de mujer mayor en camilla recibiendo un tratamiento de linfedema
Tradicionalmente, se recomendaba a los pacientes a evitar la actividad extenuante del brazo afectado porque se creía que sobrecargaba el ya comprometido sistema de transporte linfático.

Sin embargo, los peligros de restringir la actividad física puede provocar el desacondicionamiento del brazo y deteriorando gravemente su funcionalidad perjudicando la autonomía y calidad de vida de la persona.

De hecho, las investigaciones de la última década demuestran que el entrenamiento de fuerza -con cargas- de una forma progresiva es seguro en cuanto a la aparición y exacerbación del linfedema, y ha demostrado su potencial para combatir los efectos adversos del tratamiento del cáncer mejorando la función física y la calidad de vida relacionada con la salud.

En esta entrada analizaremos el ensayo LYCA (Preventive Intervention for Lymphedema After Breast Cancer) que tiene como característica ser el primer estudio que comprueba si el entrenamiento progresivo de la fuerza puede prevenir el linfedema del brazo durante el primer año tras la cirugía del cáncer de mama (con disección de los ganglios linfáticos axilares). Las valoraciones de la variables primarias fueron el volumen de brazo, mientras que las secundarias analizaron los síntomas relacionado con el linfedema, análisis clínicos, niveles de fuerza, movilidad de la articulación del hombro y la diferencia de masa entre las extremidades (ILMD).
Ilustración de como se ve un linfedema en la pierna
Imagen de una mancuerna
Imagen de una persona tomando nota de un entrenamiento con una mujer con pesas al fondo difuminada
Los resultados que se obtuvieron, pese a no poder corroborar su hipótesis, se comprobó cómo el entrenamiento de fuerza valorado, programado y pautado bajo una adecuada supervisión se postula como una intervención segura en esta población de alto riesgo en términos de desarrollo y empeoramiento del linfedema.

Por último, a modo de resumen, resaltaremos 3 puntos que debemos de tener en cuenta a modo de seguridad de cara a la práctica clínica:

  • En primer lugar, la práctica de programas de entrenamiento con ejercicios de fuerza debe realizarse siempre tras un examen clínico exhaustivo por parte del médico especialista.


  • En segundo lugar, el desarrollo del linfedema relacionado con el cáncer de mama debe supervisarse siempre durante el programa de entrenamiento.


  • Tercer y último punto, todo programa que se lleve a cabo debe ser supervisado por un especialista en ejercicio físico.

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